San Juan La Laguna

En el pasado, Xe’ Kuku’ Aab’aj era un pueblo muy grande. Llegaba hasta las faldas de los cerros cercanos.
La gente trabajaba mucho sembrando maíz, frijol, ayote y tomate. Tejían telas y petates, además de dedicarse a otras ocupaciones. Por eso es que había bienestar y prosperidad.
En ese tiempo vivía en el Cerro de las Cristalinas el nawal del bienestar y la prosperidad. Se llamaba Kaqak’axool. Se trataba de un hombre de baja estatura y de piel muy colorada porque el Sol lo miraba mucho. Era muy apreciado por los pobladores de Xe’ Kuku’ Aab’aj.
Al pueblo venían muchas personas de diversos lugares, buscando bienestar y prosperidad.
La gente se ponía muy contenta si la enviaban a trabajar a las faldas del Cerro de las Cristalinas porque, mientras trabajaban, podían encontrar oro y plata debajo de las piedras.
Pero llegó un día en que a los pobladores de la comunidad se les olvidó la existencia del nawal del cerro. Entonces Kaqak’axool se disgustó y comenzó a burlarse de la gente de Xe’ Kuku’ Aab’aj. Se paraba en lo alto del cerro y les decía:
– Los de Xe’ Kuku’ Aab’aj tienen mal olor porque comen muchos pescados y cangrejos muertos.
Las personas se cansaron de escuchar las burlas que les hacía Kaqak’axool. Entonces comenzaron a disgustarse y se preguntaron:
– ¿Qué podemos hacer con Kaqak’axool?
– Vamos a sacarlo del cerro.
– respondieron.

El pueblo Se reunió. Con palos y piedras fueron a sacarlo del cerro y lo persiguieron hasta donde fue posible.
Kaqak’axool les dijo:
– Está bien. Si me quieren sacar de aquí, me iré.
Se fue llorando, pero se llevó la prosperidad y el bienestar con él. Kaqak’axool se fue a vivir a otros cerros. El pueblo se empobreció rápidamente. Vinieron enfermedades porque las personas no se dieron cuenta de las consecuencias de lo que habían hecho. Pasó el tiempo. La gente sufrió mucho.
Hasta que un día se reunieron para decidir en consejo:
– ¿Qué podemos hacer con el sufrimiento que cargamos?
– se preguntaron.
– Vamos a rogar y a pedir perdón al cerro y a Kaqak’axool, que fue expulsado por nuestros antepasados.
Se pusieron de acuerdo y llevaron incienso, ocote y ofrendas para entregarle; le pidieron y lo trajeron nuevamente al Cerro de las Cristalinas.
También se comprometieron a sembrar árboles en el cerro para que viviera en un lugar agradable.
Lentamente, la prosperidad y el bienestar volvieron al pueblo de Xe’ Kuku’ Aab’aj.


Fuente: Historias Mayas – Prensa Libre, año 2013.
Autor: Abuelos y abuelas mayas Tz’utujiles.
Investigadora de campo: Lucía Vásquez
Traductor al español: Israel Quic


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